Hay comportamientos distintivos que caracterizan al autismo. Los niños autistas tienen dificultades con la interacción social y la comunicación, problemas con la comunicación no verbal y comportamientos repetitivos o intereses estrechos y obsesivos. Estos comportamientos pueden variar en impacto desde leve a severamente incapacitante.
Interacciones sociales deterioradas
La característica distintiva del autismo es la interacción social alterada. Los padres suelen ser los primeros en notar los síntomas del autismo en sus hijos. Ya en la infancia, un bebé con autismo puede no responder a las personas o concentrarse intensamente en un elemento y excluir otros durante largos períodos de tiempo. Un niño con autismo puede parecer que se desarrolla normalmente y luego se retrae y se vuelve indiferente al compromiso social.
Los niños con autismo pueden no responder a su nombre y, a menudo, evitan el contacto visual con otras personas. Tienen dificultad para interpretar lo que otros piensan o sienten porque no pueden entender las señales sociales, como el tono de voz o las expresiones faciales, y no miran los rostros de otras personas en busca de pistas sobre el comportamiento apropiado. Tienen problemas para mostrar empatía.
Comportamientos repetitivos y restrictivos
Muchos niños con autismo se involucran en movimientos repetitivos, como mecerse y dar vueltas, o en comportamientos auto-abusivos, como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde que otros niños y pueden referirse a sí mismos por su nombre en lugar de "yo" o "mí". Los niños con autismo no saben cómo jugar interactivamente con otros niños. Algunos hablan con voz cantarina sobre una gama limitada de temas favoritos, sin tener en cuenta los intereses de la persona con la que están hablando.
Sensibilidad a la estimulación sensorial
Muchos niños con autismo tienen una sensibilidad reducida a algunos estímulos como el dolor, pero pueden ser anormalmente sensibles al sonido, el tacto u otra estimulación sensorial.1 Estas reacciones inusuales pueden contribuir a síntomas conductuales como la resistencia a ser abrazados o abrazados.
Los niños con autismo parecen tener un riesgo más alto de lo normal de ciertas afecciones coexistentes, incluido el síndrome de X frágil (que causa retraso mental), esclerosis tuberosa (en la que los tumores crecen en el cerebro), convulsiones epilépticas, síndrome de Tourette, problemas de aprendizaje, y trastorno por déficit de atención.
Por razones que aún no están claras, alrededor del 20 al 30 por ciento de los niños con autismo desarrollan epilepsia cuando llegan a la edad adulta. Si bien las personas con esquizofrenia pueden mostrar algún comportamiento similar al autista, sus síntomas generalmente no aparecen hasta finales de la adolescencia o principios de la edad adulta. La mayoría de las personas con esquizofrenia también tienen alucinaciones y delirios, que no se encuentran en el autismo.