La mayoría de los pediatras están capacitados para controlar el desarrollo físico de los bebés y los niños pequeños. Los hitos que incluyen la altura, el peso, la estructura esquelética y el desarrollo de las habilidades físicas son fáciles de medir y verificar, y los padres pueden determinar rápidamente si su hijo puede pararse, caminar o correr. Muchos pediatras también están capacitados para detectar diferencias en el desarrollo que podrían sugerir problemas como el trastorno del espectro autista, pero esos signos, si son sutiles, son fáciles de pasar por alto.
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Por qué los pediatras pueden pasar por alto los primeros signos de autismo
En la mayoría de los casos, los primeros signos de autismo son sutiles. Pueden incluir falta de contacto visual, adquisición más lenta del lenguaje hablado, menor uso de gestos para comunicarse. Pero la realidad es que los pediatras ven a los niños muy pequeños solo brevemente y, después del primer año, solo una o dos veces al año. Si bien es bastante fácil ver que un niño tiene bajo peso o no puede saltar o correr, es muy difícil evaluar el comportamiento de un niño que apenas conoce, especialmente cuando ese niño se encuentra en una situación estresante y puede estar temiendo una vacuna o un estetoscopio frío.
Otro factor de confusión para los pediatras es el hecho de que los niños pequeños se desarrollan a ritmos muy diferentes. No es inusual ver a un niño que desarrolla el lenguaje hablado lentamente y repentinamente ganar velocidad y terminar como absolutamente típico seis meses después. Pocos pediatras quieren generar señales de alerta para los trastornos del desarrollo sobre la base de una diferencia común en la velocidad del desarrollo.
Una tercera razón de la dificultad de los pediatras para descubrir signos de autismo surge de las diferencias en la forma en que los padres informan sobre el comportamiento de sus hijos. La detección del autismo implica hacer preguntas sobre las habilidades de juego, el comportamiento social y la comunicación. Pero cada padre tiene una perspectiva diferente y responderá de manera diferente. Por ejemplo, cuando el médico pregunta "¿cuántas palabras puede decir su hijo?" un padre podría decir con precisión "150", pero no mencionar que todas esas palabras se memorizan de guiones de televisión. Los médicos también saben que los padres pueden responder demasiado o poco al comportamiento de sus hijos. Algunos padres "helicópteros" verán una rabieta como una preocupación importante, mientras que los padres más relajados pueden no preocuparse por un retraso significativo en el desarrollo.
Finalmente, los pediatras saben que pocos niños se encuentran en su mejor momento en el consultorio de un médico. Es probable que un niño tímido o nervioso hable menos, responda más lentamente y, en general, parezca menos capaz en el consultorio del médico que en casa o en la comunidad. Por lo tanto, el médico debe confiar en gran medida en su memoria del niño en visitas anteriores y en los informes de los padres.
Cómo detectan los cuidadores las señales que los pediatras pasan por alto
Los padres, los maestros de preescolar y las niñeras suelen ser las mejores fuentes de información sobre el desarrollo y el comportamiento de un niño porque ven a ese niño todos los días en una amplia variedad de situaciones. Pueden comparar el comportamiento de un niño en una situación con su comportamiento en otra para ver si los retrasos aparentes son significativos en todos los entornos. También pueden comparar el desarrollo y el comportamiento del niño con otros compañeros de la misma edad. Así por ejemplo:
- Notarán si un niño está muy por detrás de sus compañeros en lo que respecta a habilidades como la comunicación social, el pensamiento abstracto o el juego interactivo.
- Pueden saber si los retrasos en el habla solo están presentes en situaciones estresantes (lo que sugiere timidez) o si los retrasos existen en cada situación.
- Sabrán si las palabras que dice un niño se han memorizado de una película o programa de televisión favorito.
- Sabrán si las acciones o ideas expresadas por el niño se repiten una y otra vez, de la misma forma, sin propósito ni significado aparente.
Hable con su pediatra sobre los primeros signos del autismo
La dificultad de los pediatras para identificar el autismo a una edad temprana es un problema porque las investigaciones muestran que cuanto antes se diagnostica el autismo, antes puede un niño comenzar el tratamiento. En general, el tratamiento temprano a través de un programa de intervención temprana puede marcar una gran diferencia positiva en los resultados.
Si observa comportamientos o retrasos que parecen señales de alerta, no tema compartir sus inquietudes con su pediatra, junto con información detallada específica sobre las diferencias y desafíos de su hijo. Si su pediatra se burla de sus preocupaciones, considere la posibilidad de buscar un especialista en autismo calificado para realizar una evaluación. En el peor de los casos, es posible que sus preocupaciones sean innecesarias. En el mejor de los casos, puede ayudar a un niño a recibir el tratamiento que necesita.