La enfermedad renal crónica (ERC) se caracteriza por la pérdida gradual de la función renal, lo que significa que los riñones no pueden filtrar los desechos y regular el agua y el ácido en la sangre tan bien como deberían.
En el 75% de los casos, la ERC es causada por una de tres afecciones: diabetes, presión arterial alta o glomerulonefritis, una inflamación de los glomérulos, que son un componente de las nefronas (la unidad estructural y funcional de los riñones).
Al principio de la enfermedad, es posible que no haya síntomas, pero el daño es progresivo y permanente. La ERC se puede diagnosticar con análisis de sangre y orina, y el tratamiento se centra en tratar la causa subyacente de la insuficiencia renal, así como cualquier complicación.
La enfermedad renal crónica puede progresar a insuficiencia renal en etapa terminal (ESRF, por sus siglas en inglés), que es fatal sin diálisis o trasplante de riñón.