La lipodistrofia, la redistribución a veces desagradable de la grasa corporal, se había considerado durante mucho tiempo un efecto secundario asociado con varios medicamentos antirretrovirales, en particular los agentes de generaciones anteriores como Zerit (estavudina) y Retrovir (AZT).
En los últimos años, se han agregado otros agentes a la lista de posibles sospechosos, incluidos Sustiva (efavirenz), Isentress (raltegravir) y la clase de medicamentos contra el VIH llamados inhibidores de la proteasa.
Dicho esto, la causa exacta de la lipodistrofia, ya sea en la forma de acumulación de grasa (lipohipertrofia) o pérdida de grasa (lipoatrofia), sigue siendo poco clara. La evidencia creciente ha sugerido que el VIH en sí, así como la inflamación persistente asociada con la infección, pueden ser contribuyentes clave, aunque hasta hace poco ha habido pocos datos que lo confirmen.
Un estudio de 2015 presentado en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas en Seattle ayudó a arrojar algo de luz sobre el tema. Según la investigación, las personas con cargas virales altas al inicio de la terapia (más de 100.000 copias / ml) parecen tener una mayor predisposición a la lipodistrofia que aquellas con cargas virales más bajas.
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Diseño y resultados del estudio
El estudio de 96 semanas, realizado por investigadores de la Universidad Case Western Reserve en Ohio, reclutó a 328 pacientes con VIH sin exposición previa al tratamiento. La mediana de edad fue de 36 años; El 90% eran hombres. A cada uno de los participantes se le recetó uno de los tres regímenes de medicamentos diferentes, que incluían una columna vertebral de Truvada (tenofovir + emtricitabina) y
- Reyataz (atazanavir) + Norvir
- Prezista (darunavir) + Norvir (ritonavir), o
- Isentress (raltegravir).
Durante el transcurso del estudio, los pacientes recibieron exploraciones CAT y DEXA (absorciometría de rayos X de energía dual) regulares para medir los cambios en la composición corporal.
Si bien se sospechaba que los diferentes medicamentos antirretrovirales afectarían diferentes resultados en los pacientes, los científicos se sorprendieron al descubrir que los aumentos de grasa corporal eran estadísticamente iguales para todos los grupos. En general, la masa corporal aumentó entre un 3% y un 3,5%, mientras que la grasa de las extremidades aumentó entre un 11% y un 20% y la grasa abdominal aumentó entre un 16% y un 29%.
La única diferencia medible que pudieron encontrar fue en las cargas virales de los pacientes. En aquellos con cargas virales altas, la grasa visceral (es decir, dentro de la cavidad abdominal) aumentó en un promedio del 35% independientemente del fármaco o clase de fármaco. Por el contrario, los pacientes con cargas virales inferiores a 100.000 copias / ml obtuvieron ganancias de solo el 14% con Isentress y menos del 10% con los inhibidores de la proteasa.
Además, los aumentos en la interleucina-6 (IL-6), un marcador de activación inmunitaria, se asociaron con aumentos en la grasa periférica (es decir, la grasa inmediatamente debajo de la piel). Esto sugiere que la inflamación asociada al VIH juega un papel directo en la ganancia de grasa subcutánea, ya sea en conjunto o independientemente de la intervención del tratamiento.
Independientemente de las causas o factores contribuyentes, un aumento de grasa visceral del 30% durante dos años es grave y conlleva el riesgo a largo plazo de enfermedad cardiovascular, diabetes y dislipidemia.
Los hallazgos pueden proporcionar más evidencia sobre los beneficios del tratamiento en el momento del diagnóstico, antes de que se eleven las cargas virales o se agoten los recuentos de CD4.