Si no se trata, el VIH generalmente se convertirá en SIDA; esa es la regla general. Sin embargo, se cree que un pequeño subconjunto de personas seropositivas puede controlar el VIH sin llegar nunca al SIDA y sin el uso de medicamentos antirretrovirales. Estas personas, una vez llamadas no progresores a largo plazo, hoy en día se conocen comúnmente como controladores de élite del VIH.
Si bien los expertos habían considerado durante mucho tiempo este nivel de resistencia innata como un misterio, la mayor parte de la evidencia actual sugiere que mutaciones genéticas específicas confieren a esta "élite" el control del VIH. Como tal, se está poniendo mayor énfasis en determinar si los mismos mecanismos se pueden imitar en otras personas, con el objetivo final de diseñar una vacuna contra el VIH o algún enfoque inmunológico para controlar los medicamentos contra el VIH sin el uso de medicamentos.1
Definición de control de élite
Los controladores de élite se definen ampliamente como personas VIH positivas que mantienen cargas virales del VIH indetectables sin el uso de medicamentos contra el VIH. Aliviados de la carga de la actividad viral incontrolada, los controladores de élite suelen tener un sistema inmunológico bien conservado.
Se estima que entre una de cada 300 y una de cada 500 personas que se han infectado con el VIH son controladores de élite.
La cifra puede variar dado que la investigación a menudo define a los controladores de élite de manera diferente. Sin embargo, está comenzando a surgir consenso sobre una definición de que "el control de élite es la demostración de múltiples cargas virales indetectables consecutivas durante al menos 6 meses o cargas virales indetectables en al menos el 90% de las mediciones durante 10 años".
Esta es una distinción importante porque no podemos decir con seguridad que esos controladores de élite nunca avanzarán en su enfermedad o experimentarán una activación repentina de la actividad viral. Tenemos que asumir que parte de esta población lo hará.2
Causas de protección
Los primeros estudios no tuvieron éxito en encontrar rasgos y características comunes entre los controladores de élite. No fue hasta el advenimiento de la investigación y las tecnologías genéticas que pudimos identificar puntos en común entre aquellos con un presunto control de élite.
Entre los investigadores clave, el científico Bruce Walker, M.D. de la Escuela de Medicina de Harvard fue uno de los primeros en aislar las diferencias genéticas en la composición de esta población, extrayendo evidencia de una cohorte de 1.500 controladores de élite durante la última década.1
En el sistema inmunológico normal, las células inmunitarias especializadas, llamadas células T "auxiliares", reconocen los virus que causan enfermedades y los "etiquetan" para neutralizarlos. Las células T "asesinas" se fijan en el virus en puntos de unión específicos y matan eficazmente el virus desde dentro.
Sin embargo, el VIH es capaz de adaptarse al ataque inmunológico, mutando para prevenir la unión de las células "asesinas", mientras destruye las células "auxiliares" necesarias para señalar el ataque en el primer momento.
En la investigación de su grupo, Walker pudo determinar que las células T "asesinas" en el grupo de control de élite podían funcionar independientemente de las células T "auxiliares". Además, su equipo descubrió que las células "asesinas" eran capaces de neutralizar una amplia diversidad de VIH, no solo un subconjunto específico como suele ser el caso.
Desde que se publicó la investigación de Walker, los científicos han podido aislar muchas de las mutaciones genéticas encontradas en el genoma de la población de control de élite. Entre
- La mutación del gen FUT2, que se encuentra en el 20 por ciento de la población europea y se sabe que proporciona una fuerte resistencia a otros tipos de virus.4
- La presencia de genes especializados llamados antígeno leucocitario humano B (HLA-B), que se encuentran en una gran proporción de controladores de élite.5
- El mecanismo genético que permite a los controladores de élite producir los llamados anticuerpos ampliamente neutralizantes (bNAbs) más rápido que los controladores que no son de élite. Los bNAbs, por definición, pueden matar una variedad más amplia de VIH. Por lo general, un controlador que no sea de élite puede tardar años en producir estas células, momento en el que el VIH ya ha establecido reservorios latentes ocultos que son en gran medida impenetrables para atacar. Los controladores de élite, por el contrario, parecen ser capaces de activar los bNAbs casi de inmediato, evitando (o al menos reduciendo) el establecimiento de reservorios latentes6.
Al identificar estos mecanismos genéticos, los científicos esperan replicar los procesos mediante terapia génica, una vacuna inmunológica o una combinación de enfoques biomédicos.
Desventajas del control de élite
A pesar del optimismo que rodea al control de la élite y la investigación de vacunas asociada, la evidencia creciente ha demostrado que el control de la élite tiene un precio. En comparación con los controladores de élite que reciben terapia antirretroviral (TAR), los controladores de élite tienden a tener más del doble de hospitalizaciones, particularmente por enfermedades no asociadas al VIH que se sabe que afectan de manera desproporcionada a todas las personas con VIH.7
En comparación con los controladores no de élite en terapia contra el VIH con cargas virales totalmente indetectables, los controladores de élite tuvieron un 77 por ciento más de hospitalizaciones.
Incluso los controladores no de élite con virus detectables obtuvieron mejores resultados, lo que sugiere que el TAR logra minimizar parte de la inflamación crónica a largo plazo que sabemos que puede aumentar el riesgo y el desarrollo prematuro de cánceres no asociados al VIH, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurológicos. .7